La foto del alcalde: en la calle y en
tu pantalla
Teresa Cabrera Espinoza
Socióloga, DESCO
(Todas las fotos son de la colección de Chosicano como tú. una de ellas trabajada por "Chosika Memes" )
Nombre del alcalde en obra pública hecha con dinero
de los vecinos. El ego, la vanidad y los aires de mesías
van de la mano.
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La semana
pasada se aprobó en el congreso un paquete de modificaciones a la ley orgánica
de municipalidades (LOM). Uno de los asuntos que más atención ha concentrado es
el de las restricciones en los anuncios de obras públicas, en particular, que
aparezcan en ellos el nombre del alcalde y/o las señas distintivas de su organización
política. El argumento es sencillo: quiere evitarse que la publicidad de obras,
pensada originalmente para abonar en información y transparencia, sea una forma
de propaganda política. Es indudable que en una eventual apuesta re-eleccionista
un alcalde-candidato tiene gran ventaja con su nombre luciéndose en carteles, banderines
y hasta en las laterales de los camiones de basura. En esa eventualidad, el alcalde candidato usa dineros públicos, y
también espacio público, en una calidad a la que otros –aún con mucho dinero–
no podrían acceder.
En la cabeza
de todos los opinantes, aparece ya la sombra de las próximas elecciones
municipales. De principio, la restricción no debería ser contestada por nadie,
aunque sea por pudor. Pero hasta eso han perdido algunos, como la congresista
ultra-conservadora Fabiola Morales y su colega Walter Menchola, ambos de
Solidaridad Nacional (partido del alcalde de Lima). Esta bancada, además de
quejarse, reclama que la restricción se aplique a todas las autoridades, aunque
en el fondo esperan que la ley sea observada por el presidente García (quién,
vale decir, nunca se ha hecho problemas con su estampa en la publicidad de
programas estatales y obras públicas). Tampoco ha tenido recato el propio
alcalde de Lima, en cuya opinión firmar los letreros sirve para que la gente
sepa qué alcalde trabaja y cuál no (¿?)
Un tema es el uso de dinero público (y
la oportunidad que sólo se obtiene desde la autoridad) para propaganda. Digamos
que es una cosa práctica y evidente ("¿acaso no sabemos quién es el
alcalde? ¿acaso lo hace con su plata? ¿acaso lo hace él mismo?”). Siguen asuntos de cultura política, como
que esta clase de exposición de nuestras autoridades refuerza la concepción
personalista de la gestión del Estado. Por eso la necesidad de que las leyes
correspondientes a presidentes regionales, ministros y al Presidente de la República,
prohíban también a estos tan extendida práctica. Este brevísimo resumen de cómo
se está procesando el asunto tiene por fin llamar la atención sobre los
siguientes puntos:
1.
Son
cerca de 40 modificaciones a la
LOM. La publicidad en obras, la que alude a los derechos de
información de los regidores, la proporción de sueldos, las causas de vacancia
de los alcaldes (entre ellas, por abandonar el partido por el que fue elegido),
han sido las más comentadas, pero no son las únicas.
2.
Como
ha señalado Mirko Lauer en una reciente columna de opinión ("Los
cartelones no son cheques" La
República, 29.05.09), "el tema del
nombre de personas vivas en lugares públicos va más allá (...) las democracias
de ánimo realmente liberal no llevan a gente viva al asfalto, el mármol o el
bronce, y esta es una manera de adelantarse a la tentación de cualquier
práctica tiránica. Solo los reyes y los dictadores aparecen vivos sobre sus
billetes, sus estampillas y, cuando no hay recato, cualquier superficie que se
preste a ello". La prohibición de que los alcaldes firmen su publicidad
de obra se queda corta. Lauer también rescata el dato difundido por IPAM: la
prohibición sólo alcanza al 16% de los anuncios de este tipo, pues los demás se
refieren a los servicios que brindan los municipios. A eso hay que sumarle los «mensajes»,
frases «positivas» y «motivacionales», firmadas por los alcaldes en cuanto muro
encuentran disponible. Si la relación entre la aparición del nombre en el
espacio público y la información disponible en los medios correspondientes es
inversamente proporcional, peor. Ejemplo: los mensajes del alcalde de Lima en
los pasillos de los Hospitales de la Solidaridad contrastan con la nula información
acerca del Sistema Metropolitano de la Solidaridad-SISOL ,
cuya página web está en permanente «construcción».
3.
¿Cómo
se regula los usos de la imagen del alcalde o del partido de gobierno en el
espacio virtual? La ley de transparencia y acceso a la información pública
establece que las entidades estatales implementen un portal y usen internet
para comunicar información a los ciudadanos. En la práctica, aunque de manera
aún limitada, las páginas se convierten en un «lugar» de la relación, de la
interacción entre la gente y sus autoridades. Intuyo que en el caso de las webs
de gobiernos regionales y ministerios, la interacción que prima es la de grupos
de interés más o menos organizados, que «vigilan» o usan el portal según sus
temas de agenda. Luego están los proveedores del Estado, en la medida que
muchos procedimientos incluyen la web (convocatorias, licitaciones) y,
finalmente, están las instituciones que evalúan los portales en términos de
transparencia (como la Defensoría del Pueblo y el Grupo Propuesta Ciudadana) y
los periodistas, que emplean estos sites como fuentes para su labor.
El
caso de las municipalidades es ligeramente distinto, en tanto son los gobiernos
de mayor proximidad, con servicios más inmediatos que tienden a informatizarse
(licencias, partidas de registro civil, pagos, info de catastro y predial), de
modo que los portales son más usados por el vecino «común» y no únicamente por
el «participativo» (como quizá es la tendencia en el nivel regional en lo
concerniente al manejo presupuestal). Lo deseable es que cierto sentido del
decoro --y de ser necesaria, un poco de presión a nivel local– regule
eventuales excesos en nombres y retratos de autoridades en la pantalla. Alrededor
del tema, si bien no directamente, hay regulaciones específicas que se activan
para períodos electorales y otras más bien permanentes, como ley de publicidad
estatal, que en su artículo 5 prohíbe que funcionarios de entidades públicas
aparezcan en avisos contratados, en prensa escrita, televisión y radio, siendo
la web un espacio todavía confuso. Lo generalizado es un botón o un banner con
las «palabras del alcalde», aunque siempre están los que ceden a la tentación,
saturando con su efigie la pantalla, las notas de la oficina de imagen
institucional o buscando un lugar privilegiado para colocarse. Ejemplos de
estos pecadillos de vanidad son el encabezado de la página web de Protransporte
(donde vemos asomar un enorme Luis Castañeda) o la «intro» de la web de la
Municipalidad de Carmen de la
Legua - Callao. La idea de fondo es que el espacio virtual es
relativamente nuevo en la relación entre vecinos y alcaldes: se cumple lo
dispuesto por la ley de transparencia y en lo que concierne a los servicios, se
innova con mayor o menor fortuna, mientras el peligro de la propaganda personal
o política, está aún por verse. En la medida que la gestión sea personalista,
las webs tenderán a reflejarlo, pues se encontrará poca información
institucional y más concentración en las «actividades del alcalde» (el caso Chocope,
con las fotos de la boda del burgomaestre, sería un extremo). Además, por la
naturaleza de los medios (rotación de imágenes, animaciones, efímeros pop-ups)
es difícil de regular y el intento podría resultar contraproducente, al imponer
restricciones a un medio en pleno desarrollo. Para lo demás, felizmente,
siempre está el sentido común.
Junio
de 2009