martes, 4 de septiembre de 2012

Alcalde de Chosica prohibido de colocar su nombre en los letreros de "obras" públicas

La foto del alcalde: en la calle y en tu pantalla
 Teresa Cabrera Espinoza
Socióloga, DESCO

(Todas las fotos son de la colección de Chosicano como tú. una de ellas trabajada por "Chosika Memes" ) 

Nombre del alcalde en obra pública hecha con dinero 
de los vecinos. El ego, la vanidad y los aires de mesías 
van de la mano.
La semana pasada se aprobó en el congreso un paquete de modificaciones a la ley orgánica de municipalidades (LOM). Uno de los asuntos que más atención ha concentrado es el de las restricciones en los anuncios de obras públicas, en particular, que aparezcan en ellos el nombre del alcalde y/o las señas distintivas de su organización política. El argumento es sencillo: quiere evitarse que la publicidad de obras, pensada originalmente para abonar en información y transparencia, sea una forma de propaganda política. Es indudable que en una eventual apuesta re-eleccionista un alcalde-candidato tiene gran ventaja con su nombre luciéndose en carteles, banderines y hasta en las laterales de los camiones de basura. En esa eventualidad, el alcalde candidato usa dineros públicos, y también espacio público, en una calidad a la que otros –aún con mucho dinero– no podrían acceder. 

Otra de las pruebas de propaganda reeleccionista prohibidas por ley: El nombre del alcalde Luis Bueno en los carteles: "Yo lo hice, no fuiste tú",  "yo te hago el favor" es el mensaje en los soportes y todo con nuestro dinero. De paso, no pone el valor de las obras. No sabemos cuánto nos cuestan. Para los  procuradores del Estado estas actitudes son señales de corrupción.
En la cabeza de todos los opinantes, aparece ya la sombra de las próximas elecciones municipales. De principio, la restricción no debería ser contestada por nadie, aunque sea por pudor. Pero hasta eso han perdido algunos, como la congresista ultra-conservadora Fabiola Morales y su colega Walter Menchola, ambos de Solidaridad Nacional (partido del alcalde de Lima). Esta bancada, además de quejarse, reclama que la restricción se aplique a todas las autoridades, aunque en el fondo esperan que la ley sea observada por el presidente García (quién, vale decir, nunca se ha hecho problemas con su estampa en la publicidad de programas estatales y obras públicas). Tampoco ha tenido recato el propio alcalde de Lima, en cuya opinión firmar los letreros sirve para que la gente sepa qué alcalde trabaja y cuál no (¿?)

Un tema es el uso de dinero público (y la oportunidad que sólo se obtiene desde la autoridad) para propaganda. Digamos que es una cosa práctica y evidente ("¿acaso no sabemos quién es el alcalde? ¿acaso lo hace con su plata? ¿acaso lo hace él mismo?”). Siguen asuntos de cultura política, como que esta clase de exposición de nuestras autoridades refuerza la concepción personalista de la gestión del Estado. Por eso la necesidad de que las leyes correspondientes a presidentes regionales, ministros y al Presidente de la República, prohíban también a estos tan extendida práctica. Este brevísimo resumen de cómo se está procesando el asunto tiene por fin llamar la atención sobre los siguientes puntos:

1.    Son cerca de 40 modificaciones a la LOM. La publicidad en obras, la que alude a los derechos de información de los regidores, la proporción de sueldos, las causas de vacancia de los alcaldes (entre ellas, por abandonar el partido por el que fue elegido), han sido las más comentadas, pero no son las únicas.

Las iniciales LBQ (Luis Bueno Quino) en uno de los jardines de Chosica. Por cierto, parece que el distrito dejó de ser de los chosicanos con estas patentes de corso. Este abancaíno (alcalde) deja malparados a sus paisanos: la viveza, el no rendir cuentas, fomentar el servilismo a través de los comedores populares: hambre por votos, no pagar a sus trabajadores son solo unas de su características.


La tendencia es a leer las modificaciones en clave de cómo dibujan la cancha de las elecciones próximas (en especial Lima Metropolitana) y no mucho más allá. Si se tiene en cuenta que en el país se compran cientos de kits para revocatorias y que el que los alcaldes distritales ganen por pequeñísimos márgenes deja abierta la puerta para variados conflictos de gobernabilidad local, el tema de la publicidad en obra como lo más relevante en los medios es una mirada bien limitada (y por la concentración en Castañeda, bien limeña), por decir lo menos.

La LOM tiene implicancias de balance de poder en distritos y provincias, de distribución de poder al interior del Estado y, muy importante, son parte de la institucionalidad de un determinado modelo de desarrollo, de producción y sostenibilidad de espacios territoriales articulados. Este nivel de debate (cómo se afectan proyectos reeleccionistas o de continuidad en el poder), implícitamente, promueve la idea de que una ley de municipalidades es una ley acerca del municipio, del alcalde y los regidores y no una ley acerca del territorio y las instituciones diseñadas para su gobierno.

2.    Como ha señalado Mirko Lauer en una reciente columna de opinión ("Los cartelones no son cheques" La República, 29.05.09), "el tema del nombre de personas vivas en lugares públicos va más allá (...) las democracias de ánimo realmente liberal no llevan a gente viva al asfalto, el mármol o el bronce, y esta es una manera de adelantarse a la tentación de cualquier práctica tiránica. Solo los reyes y los dictadores aparecen vivos sobre sus billetes, sus estampillas y, cuando no hay recato, cualquier superficie que se preste a ello". La prohibición de que los alcaldes firmen su publicidad de obra se queda corta. Lauer también rescata el dato difundido por IPAM: la prohibición sólo alcanza al 16% de los anuncios de este tipo, pues los demás se refieren a los servicios que brindan los municipios. A eso hay que sumarle los «mensajes», frases «positivas» y «motivacionales», firmadas por los alcaldes en cuanto muro encuentran disponible. Si la relación entre la aparición del nombre en el espacio público y la información disponible en los medios correspondientes es inversamente proporcional, peor. Ejemplo: los mensajes del alcalde de Lima en los pasillos de los Hospitales de la Solidaridad contrastan con la nula información acerca del Sistema Metropolitano de la Solidaridad-SISOL, cuya página web está en permanente «construcción».

3.    ¿Cómo se regula los usos de la imagen del alcalde o del partido de gobierno en el espacio virtual? La ley de transparencia y acceso a la información pública establece que las entidades estatales implementen un portal y usen internet para comunicar información a los ciudadanos. En la práctica, aunque de manera aún limitada, las páginas se convierten en un «lugar» de la relación, de la interacción entre la gente y sus autoridades. Intuyo que en el caso de las webs de gobiernos regionales y ministerios, la interacción que prima es la de grupos de interés más o menos organizados, que «vigilan» o usan el portal según sus temas de agenda. Luego están los proveedores del Estado, en la medida que muchos procedimientos incluyen la web (convocatorias, licitaciones) y, finalmente, están las instituciones que evalúan los portales en términos de transparencia (como la Defensoría del Pueblo y el Grupo Propuesta Ciudadana) y los periodistas, que emplean estos sites como fuentes para su labor.

El caso de las municipalidades es ligeramente distinto, en tanto son los gobiernos de mayor proximidad, con servicios más inmediatos que tienden a informatizarse (licencias, partidas de registro civil, pagos, info de catastro y predial), de modo que los portales son más usados por el vecino «común» y no únicamente por el «participativo» (como quizá es la tendencia en el nivel regional en lo concerniente al manejo presupuestal). Lo deseable es que cierto sentido del decoro --y de ser necesaria, un poco de presión a nivel local– regule eventuales excesos en nombres y retratos de autoridades en la pantalla. Alrededor del tema, si bien no directamente, hay regulaciones específicas que se activan para períodos electorales y otras más bien permanentes, como ley de publicidad estatal, que en su artículo 5 prohíbe que funcionarios de entidades públicas aparezcan en avisos contratados, en prensa escrita, televisión y radio, siendo la web un espacio todavía confuso. Lo generalizado es un botón o un banner con las «palabras del alcalde», aunque siempre están los que ceden a la tentación, saturando con su efigie la pantalla, las notas de la oficina de imagen institucional o buscando un lugar privilegiado para colocarse. Ejemplos de estos pecadillos de vanidad son el encabezado de la página web de Protransporte (donde vemos asomar un enorme Luis Castañeda) o la «intro» de la web de la Municipalidad de Carmen de la Legua - Callao. La idea de fondo es que el espacio virtual es relativamente nuevo en la relación entre vecinos y alcaldes: se cumple lo dispuesto por la ley de transparencia y en lo que concierne a los servicios, se innova con mayor o menor fortuna, mientras el peligro de la propaganda personal o política, está aún por verse. En la medida que la gestión sea personalista, las webs tenderán a reflejarlo, pues se encontrará poca información institucional y más concentración en las «actividades del alcalde» (el caso Chocope, con las fotos de la boda del burgomaestre, sería un extremo). Además, por la naturaleza de los medios (rotación de imágenes, animaciones, efímeros pop-ups) es difícil de regular y el intento podría resultar contraproducente, al imponer restricciones a un medio en pleno desarrollo. Para lo demás, felizmente, siempre está el sentido común.

Junio de 2009